
SOBRE NOSOTROS
Una Historia de vida contada por Don Felipe.
En un solar que se localiza atrás de la capilla de San Antonio habilita un tejado encarga a una religiosa la organización de grupos.
A lo mejor por novatez o improvisación la organización no avanza; el lugar parece inadecuado, la asistencia no es suficiente y será mejor buscar un nuevo espacio y planear bien.
Alguien le comenta al padre Mireles que por la avenida San Juan doña Rita Castro y Flores Bárcenas habita una casona grande, muy grande diría yo, para sus necesidades, pues es sola; tiene su propiedad una hermosa huerta y a la entrada dos espaciosos salones que dan con sus ventanas grandes a la calle, simplemente es mucha casa para ella; habrá suficiente espacio para salones con una división y para el recreo está la huerta que ni mandada a hacer, precisamente a la medida infantil de la chiquillería que tiene en mente fray Daniel como o sus discípulos.
Le habla el fraile a la buena mujer de sus proyectos a favor de los niños, se los pinta sanos y bulliciosos, ordenados y serios como han sido por todas las generaciones los coecillenses, y sin más, doña Rita que es alma inocente, obediente terciaria acepta todo lo que su padre le ha pedido.
Se inicia así, oficialmente la instrucción educativa del franciscanismo en el barrio del Coecillo el año de 1941.
El Padre Ángel Solís, fray Bernardo Alvarado; el profe Alfredo y un alumno de grado superior habilitado de maestro forman la plantilla educativa y fray Daniel les está leyendo la cartilla: "Instruyan y eduquen a todos sin distingo de clases, colores o vestimenta. Serán enérgicos o suaves, pero siempre justos. Nuestra norma será formar hombres libres para Dios y para la Patria; condúzcanlos con moral y amor para que estén ciertos que de Dios son hijos predilectos".
La disciplina franciscana dictada por fray Daniel y ejecutada por fray Bernardo y compañeros maestros se prolongó curiosamente a los hogares de los alumnos. A los religiosos el hecho no sorprendió, era una de las metas.
Aún en las casas de los que no eran terciarios franciscanos sintieron el cambio suave de su hijo; oración, estudio y orden entraran, nadie sabe cuándo a sus casas.
La presión misma con el aumento de alumnos motivó a construir un mejor lugar, amplío, con salones suficientes y adecuados a la organización completa y funcional.
Las materias tenían sustento pedagógico, porque el padre Director Mireles no siendo especialista ni teniendo pergamino Oficial, logró asesoramiento de un gran maestro con suficientes conocimientos y oportunas relaciones en la Secretaría de Educación José Lira Arroyo, de feliz existencia fue y es el nexo. Cumplidas formalmente las normas ante la Secretaría, el franciscanismo recibió reconocimiento oficial el año de 1947.
Fray Daniel con papeles y dibujos en mano, informa al Consejo Provincial que: distante mil varas del templo de San Francisco en el barrio del Coecillo de León, Guanajuato, se tiene un terreno de seis hectáreas donde según cálculos preliminares cabe toda exigencia para un centro formativo de gran futuro. Rodean el terreno campos deportivos, sembradíos y a unos doscientos metros se ubica una pequeña iglesia llamada por el pópulo "La Candelaria". Las construcciones están muy lejos del lugar, es posible que en cincuenta años apenas se acerquen o circunden la construcción en proyecto, por lo tanto el Seminario a construir tendrá paz, tranquilidad, factores importantes para que los religiosos internos desarrollen sus cualidades plenamente.
Manos a la obra, dice fray Daniel a su "maistro" tan capaz como un profesional de la cuchara y el cálculo; con la encomienda sobre sus hombros empieza a dividir el terreno, con la confianza que le inspira la presencia del fraile deja correr el lápiz trazando aquí y allá, para que las cuadrillas inicien labores.
En agosto de 1945 con una ceremonia simple, sencilla al estilo franciscano un grupo de religiosos, acompañados de los padres de la parroquia de San Juan y de los inseparables terciarios, clavan por primera vez el zapapico en la tierra, abriendo canales para los cimientos, iniciando así el sueño mayor primero del fraile. No programa colocación de la primera piedra como acto inaugural; dicen los que están cerca del religioso que la mayor alegría y la fiesta, será cuando se coloque la última piedra, para entonces sí respirar hondo y profundo.
En el año de 1946 en la ciudad de León las construcciones recientes para beneficio público, se contaban con los dedos de una sola mano.
La memoria no alcanza para señalar qué celebración tenía la ciudad porque no había grabadoras y hasta la fecha exacta se ha perdido de la bitácora mental: Pero la ciudad celebraba algo grande, porque estaba de visita el Presidente de México, Lic. Miguel Alemán.
Después del protocolo oficial y de manera fuera de programa, las autoridades solicitan al mandatario visite una magna obra que realiza un sacerdote franciscano fuera de la ciudad, el Coecillo que se distingue por su progreso.
Nuestros juegos y expresiones infantiles se suspenden al paso de motociclistas con sirena abierta que precedían a un Cadillac negro donde viaja don Miguel Alemán Valdez, el Gobernador Castorena y el presidente de León don Carlos A. Obregón.
Detrás más vehículos con guardaespaldas, personalidades políticas que han hecho de su vida una profesión y que cuando se trata de un acto de tal naturaleza, siempre están en primera fila.
La obra fue elogiada, no obstante que la realiza un particular y qué particular un sencillo fraile franciscano que parece padre de todos los que le rodean por la forma como escuchan sus palabras.
"La ciudad contará con un gran centro educativo", dice gobernador, "Será una escuela para niños de pocos recursos económicos", dicen que dijo el presidente municipal".
"Esta obra es un ejemplo para todos, demuestra que León es de empuje y progresista, que sus hombres tienen miras altas", dijo el Presidente Alemán. "Cuente Ud. padre, con el apoyo nuestro, mañana tendrá dos toneladas de cemento para que siga y luego habrá más hasta que termine su obra..."
Fray Daniel nunca expresó asentimiento a lo dicho por el presidente municipal de León, porque era del dominio público y provincial, que la obra en marcha sería recinto de la Escuela de Filosofía de los Franciscanos y aunque efectivamente eran alumnos de escasos recursos, la verdad es que a la edad de veinte o 21 años ya no se es niño.
En cambio la expresión política del gobernador Castorena, se ajustaba efectivamente al sueño del fraile: un centro educativo de cultura y de altos vuelos intelectuales con ascetas en su interior que el solo hecho de saber que allí están transmite superación.
El religioso aceptó ciertamente el apoyo presidencial, sin prometer nada, simplemente pensó que como mexicano también tenía derecho a recibir ayuda directa del Primer Mandatario.
Si alguien sabe y está cierto que las dos toneladas de cemento no han llegado a su destino y que por algún camino de la vida se perdieron, es quien esto escribe. De viva voz del fraile hace muchísimos años, cuándo el menor era filósofo y el sacerdote fraile guardián del convento de Acámbaro, contestó tajante: Nunca llegó ningún envío del Presidente Alemán, destino fray Daniel Mireles.
Sin mucho análisis ni profundo estudio los rectores de la Provincia determinaron que la construcción en León, sería centro educativo para alumnos internos y externos. No fue tajante la decisión como tampoco hubo alegatos en contra de tal medida. Mucho menos hubo rasgado de vestiduras, pese al sueño que se destruía; el fraile conservó su serena calma y los cientos de seguidores de tan importante proyecto obedecieron calmadamente, a tal grado existía la obediencia en aquellos tiempos.
La autoridad provincial llevó adelante su determinación, nombró director, registró alumnos, contrató maestros y se formalizó la enseñanza; entretanto fray Daniel siguió laborando como el peón mayor de la construcción, para adaptar el edificio a las nuevas modificaciones conforme a los planes superiores; las modificaciones se hicieron, por ejemplo, la capilla no necesitaría el coro conventual y se convino en que fuese libre, como actualmente está.
Nació así el Instituto Leonés, con el mismo espíritu del lema que el gran filósofo y Maestro Don José Vasconcelos plasmó en la Universidad Nacional. Autónoma de México -UNAM-, Máxima Casa de Estudios del País: "La Verdad Os Hará Libres", que encierra un cúmulo de la filosofía que el inquieto maestro propagó en garantía de la libertad del espíritu con fundamento en la norma de la vida que da la verdad.
La creación del Instituto Leonés se debe al sueño de fray Daniel Mireles, convertido en palpable realidad. Esta es una historia irrefutable, que no empaña ni a la institución ni a su forjador material.
Si nuestra vida no siguió fiel sus pasos, no hay reproche. No hemos perdido el camino, ni lo hemos olvidado, aunque a veces parecemos extraviarnos.
El Señor dueño de vidas y haciendas nos dé oportunidad,' de rectificar.
Fray Daniel hombre probo, blanco de alma como su pelo, cerró sus ojos al mundo un 23 de Agosto del año del Señor de 1958 en la ciudad que lo arropó siendo joven y lo impulsó al sacerdocio. Murió en la casa de la familia que adoptó, con los, lo renuevos de quienes o amaron siempre. Ignoro si por irresponsabilidad fraterna o caridad disfrazada no murió en su convento, pues él siempre perteneció a la Provincia de Michoacán.
El hombre que hizo historia de su vida conventual, que enclaustró sus sentimientos más hermosos para algún día tener la dicha de mirar a su Padre de los Cielos directamente sin pestañear, irónicamente no tuvo la alegría de oír los rezos y cánticos de sus hermanos conventuales, cuando llegó la hora de su presencia ante el Señor.
Muchos como fray Daniel, así han transitado. Viven aquí y siguen Allá, embelesados con su nueva vida que no deja de dar frutos, porque se han convertido en nuestros intercesores.
El Instituto Leonés fungió también como internado, desde 1954, con un total de 25 estudiantes de primaria y secundaria. En 1968, se internaron en sus instalaciones los estudiantes del Colegio Seráfico de la Provincia Franciscana de San Pedro y San Pablo de Michoacán, para realizar los estudios de bachillerato. En 1969, se cerró el internado para seglares y se abrió únicamente para los seminaristas, hasta 1980, año en que el internado se trasladó para el Seminario de Acámbaro, Gto., México.
Felipe Aguilera A.

Los Coecillenses
Cuando los coecillenses solicitaron al gobierno de León, perpetuar el nombre de fray Daniel Mireles, mostraron la estatura moral y su calidad de hijos predilectos.
La calle Aguacate; lleva ahora el nombre por siempre bendito del Padre que nos espera en la patria sin fin.
"Antes de grabar su nombre en la placa de acero, lo metimos en nuestro corazón como él lo hubiese querido".
La placa reza así:
"A petición de los Coecillenses, el H. Ayuntamiento que preside el Lic. Sergio Cano Meléndez, acordó que esta Calle lleve el nombre de fray Daniel Mireles O. F. M.
León, Gto., 3 de sept. de 1973
Los coecillenses le dedican este homenaje al Gran Benefactor".